lunes, 9 de julio de 2007

Nieve en Buenos Aires

Nieve en Buenos AiresLa ilusión que me generó mi vieja durante la infancia se concreta ahora, cuando me importa más bien poco. Veo por la ventana los copos blancos, que no alcanzan para armar un muñeco pero confirman lo que nunca pensé ver.

En un país donde el 26,9 por ciento de la gente es pobre y el gas no llega a todos lados, Todo Noticias está mostrando a un grupo de personas que salió a celebrar en las calles de Lomas de Zamora. Hay dos que agitan una bandera de Boca, gesto que no alcanza para redimirlos de semejante estupidez. Los cronistas se limitan a hablar de día histórico, como si la historia estuviera hecha exclusivamente de excepcionalidades.

Recuerdo una contratapa de Página/12 de hace casi un año, cuando cayó aquel granizo que se hizo carne en la endeble memoria de los porteños. La escribió Juan Sasturain y decía, en uno de sus párrafos:

"La meteorología no es una ciencia exacta –ninguna lo es–, pero sí una disciplina mezclada, que gusta entreverar, matizar sus juicios altamente ideologizados con apreciaciones que combinan lo ético y lo estético sin pudores ni reparos. Afirmar, por ejemplo, que para el fin de semana se espera tiempo bueno o que ayer fue un día feo (y que todos entendamos a qué se refieren tales dichos y pronósticos) supone no sólo un correlato groseramente griego de identidad entre lo bueno y lo bello sino, y sobre todo, la tácita afirmación de lo soleado/templado como ideal climático, lo que es, en principio, arbitrario: sólo ciertas regiones del globo disponen de esa opción entre sus posibilidades diarias o estacionales. En otros contextos, de Groenlandia a Etiopía, de Rangoon a La Paz, la idea de buen tiempo o de día feo asimilado con estándares de humedad, temperatura y presión determinados carecería de sentido. Es que todo juicio ético y estético está necesariamente atravesado por la circunstancia, la historia y la cultura en general".
Y agregaba, unos líneas más adelante:
"Es sabido que la lluvia y la nieve tienen, por lo menos como espectáculo, su prestigio poético. Debe ser porque suelen ser motivo de ocasional incomunicación, de espera, puntualizan el paso del tiempo. No todos están tan sacados para disfrutar del agua como Gene Kelly en Singing in the rain, pero Tuñón lo explicó en un inolvidable poema de amor –“entonces comprendimos que la lluvia era hermosa”– y el rastrero Manzanero le pegó la obvia melancolía con alguna rima imperdonable "llover"/"correr" en un bolero con versos de telegrama. Y en cuanto a la nieve, es claro que para disfrutarla hay que tener guita o al menos cabaña y fueguito cerca: no es lo mismo vivir en una escuela rural en la cordillera que ir a esquiar a Las Leñas. O es mucho lo que va de la Navidad blanca de una película de Frank Capra a la feroz intemperie de un relato de Jack London. En fin, que de lo que viene del cielo encapotado se puede opinar según experiencia y circunstancia. Lo que sí es cierto es que no todo viene siempre cuando se quiere. Y eso lo saben los emplumados brujos zapateadores y los rezadores rurales de vista fija en el Cielo (esta vez con mayúscula)".

4 comentarios:

G.F. dijo...

La verdad que es increíble, un espectaculo genial. abrazo. Gonzalo.-

Anónimo dijo...

Esta vez disiento con usted Lord. El espectáculo (creo que fue eso) de la nieve en esta ciudad alejada del favor de los dioses merecía ser vivido por la gente (el pueblo?) como una cosa inusitada pero no infeliz, es decir con felicidad. Una cosa es la clase media que boludamente decía por la tv que esto parecía Bariloche, y otra la gente que en su puta vida pudo ver la nieve porque Bariloche le queda más lejos que Africa y que salió a la calle a gozarla. Además convengamos que hasta Ud salió a sacar alguna foto, o es que Ud sale todos los días a hacerlo? En todo caso fue una maldición para los pobres de toda pobreza que se cagaron de frío en sus taperas o, directamente, en la calle. No olvidarnos de ellos (sin caridades por favor) será más piola que criticar a los que salieron a festejar ¿Qué? Tal vez unas de las pocas cosas gratis que se pueden vivir de modo colectivo. Y una más, esta futbolera; por qué agitar una bandera de Boca redime a alguien?
Salu2

Andrés dijo...

Fue un espectáculo fabuloso, estamos de acuerdo. Y está bien que la gente salga a disfrutarlo como quiera. Pero, por ejemplo, el centro de Lomas se llenó de tipos que gritaban cosas del estilo "es para Bariloche que lo mira por TV". O hubo uno que dijo que estaba contento por su perro (un siberiano) porque él (el perro) había estado esperando que nevara durante años. De cuarta. No quiero caer en generalizaciones, aunque lo voy a hacer: es muy probable que la mayoría de esa gente no haya salido colectivamente a la calle desde los cacerolazos de 2001.

Un saludo

P.D.: En un blog bosteril como este, la bandera xeneize puede llegar a redimir unas cuantas cosas...

Anónimo dijo...

Que haya nevado en la canchita donde jugaste al futbol de pibe. En la cuadra de tu infancia. Sobre la cabeza de tus nenes, sobre abuelos que nunca vieron nieve.

Fue un momento mágico y a disfrutar.
Los marginados que tienen frío, disfrutaron porque frío y marginación siempre tienen e incluso más frío. Porque al nevar siempre hace cero grados y en Buenos Aires hay muchos días más fríos que cero grado.

Además, vieron y tocaron nieve. En cierta manera, fue una nieve con justicia social. Para sonar irónico.

Ahora, los de clase alta o media alta no son los únicos que conocen la nieve.

Del 2001 mejor no hablo. Fue un disparate de cierta histeria colectiva movilizados por los megadeudores en dolares. Lease Clarín, Loma Negra o similar.

Pero dejemos ésto de lado y disfrutemos de la nieve gratuita y socialista.

Muñecos de nieve del mundo ¡uníos!