La Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú mantiene cortada desde el lunes la ruta 136, en Entre Ríos, en rechazo a la instalación de la planta de Botnia en Fray Bentos.
Mauricio Macri dijo ese mismo lunes que hay que “desalojar” a los vecinos. “Si están violando la ley, hay que desalojarlos. La Constitución es muy clara. ¿Qué dice la Constitución? Libre circulación de los caminos”, afirmó.
El miércoles, luego de la decisión del Banco Mundial de aprobar un crédito para Botnia, Joaquín Morales Solá pidió lo mismo desde una de sus habituales columnas en el diario La Nación. “Hay que decir las cosas como son: es imposible imaginar una solución posible para la controversia con Uruguay mientras la política exterior se resuelva con los ojos puestos en las intransigencias de Gualeguaychú”, escribió.“La única pregunta que nadie responde es si el gobierno argentino se hará cargo del pequeño porcentaje de fanatismo que seguramente quedará siempre en Gualeguaychú. Hasta ahora no ha hecho nada con nadie”, añadió, unos párrafos más abajo. Y cerró: “Las palabras y los actos están esbozando los trazos de una violencia que no podría descartarse”.
Morales Solá plantea que hay que decir las cosas como son, aunque él no lo hace: insinúa que quiere represión para sacar a los asambleístas de la ruta, pero no lo escribe. Asambleístas a los que llama fanáticos y, por añadidura, también podría denominar irracionales, salvajes, animales.
El mismo miércoles, Néstor Kirchner les pidió “por favor” a los asambleístas que suspendan la protesta. Pero descartó que vaya a reprimir: “Cuidado con los mensajes subliminales. Yo les pido por favor que levanten los cortes. Pero yo no voy a levantar la mano contra otro argentino”.
.................................................
Desde que asumió, el 25 de mayo de 2003, Kirchner fue tildado varias veces de populista. En general desde Estados Unidos y Europa, pero también en Argentina (ejemplos,
acá,
acá y
acá). Populista en el sentido peyorativo del término: aquel gobernante que toma medidas destinadas a ganarse la simpatía de la gente, aún a costa de avanzar contra el Estado democrático.
También desde que asumió se le cuestionó a Kirchner su “inacción” frente a las protestas piqueteras. La gente, ese colectivo que antes solía denominarse pueblo, le reclamaba que haga algo para liberar las calles y garantizar el libre tránsito. El Gobierno, en uno de los grandes méritos de su gestión, tomó medidas antipopulares y antipopulistas: con
escasas excepciones, no reprimió. Se bancó las críticas durante más de dos años, pero no sacó los tanques a la calle, como a más de uno le hubiese gustado. Kirchner, el populista, desoyó a la gente y no reprimió. Hoy ya casi no se ven protestas piqueteras.