lunes, 5 de marzo de 2007

Subestimar a un artista


José Pablo Feinmann cayó en un error muy común de los últimos años: creer que Martin Scorsese dirigía sus últimas películas con el único objetivo de ganar un Oscar, ese reconocimiento que le fue esquivo durante tantos años y que finalmente consiguió la semana pasada. "Ultimamente daba pena. Filmaba para ganar el Oscar" [1], escribió, en la contratapa de ayer de Página/12.

Esa afirmación subestima el trabajo de uno de los más grandes realizadores de los últimos 40 años. No olvidemos, por ejemplo, que en 2005, después de ser nominado y no ganar con Pandillas de Nueva York (2002) y El aviador (2004), Scorsese estrenó No Direction Home: Bob Dylan (2005), excelente documental para televisión sobre la etapa temprana de la carrera de Dylan por el que, obviamente, no podía aspirar a un premio de la Academia.

La afirmación, además, desprestigia la carrera de uno de los integrantes más notables de aquella brillante camada de cineastas, popularmente conocidos como movie brats (cachorros de cine), conformada por figuras como Francis Ford Coppola, Brian De Palma, George Lucas, Steven Spielberg y otros, menos conocidos para el gran público, como Joe Dante, Peter Bogdanovich o John Sayles. Aquel grupo que en los primeros setenta, cuando Hollywood aún no se recuperaba del derrumbe del studio system, le cambio la cara al cine estadounidense.

En la misma nota, unas líneas más abajo, Feinmann escribió: "Pero hay algo incómodo en esta historia. ¿Se cierran los olvidos (y los dolores que en un artista producen los olvidos, la falta de reconocimiento) con una estatuilla tardía a propósito de un film que será bueno pero no es una gran obra sino una gran excusa? Imaginemos lo imposible (para eso está la imaginación): Scorsese sube, recibe la estatuilla y dice: 'Señores, les dejo aquí, sobre esta tarima, este Oscar que sirve para serenar a ustedes pero no para alegrarme a mí. Lo hubiera necesitado hace veinte años, cuando tenía dudas sobre mi talento. Ahí es cuando un premio ayuda a un creador. Ahora sé lo que valgo y, contrariamente a Blanche Du Bois [2], no necesito vivir de la bondad de los extraños'. Sus tres amigos lo aplauden a rabiar. Contagiado, el auditorio se pone de pie. Al día siguiente, en las primeras planas de los diarios se lee: 'Scorsese, de espaldas al Oscar pero de frente a sí mismo'. Habría sido preferible. Porque la última risa no es la mejor. O no siempre lo es. A veces es la patética carcajada de los que mendigaron algo que les llegó demasiado tarde" [3].

Lo de la falta de reconocimiento es parcialmente falso: Scorsese ya contaba antes del Oscar con el reconocimiento de casi todo el mundo del cine. Productores, directores, actores, críticos, espectadores y demás personas relacionadas directa o indirectamente con el cine lo consideraban, en mayor o menos medida, uno de los grandes. En esto había una infrecuente unanimidad. Contaba con dos Palme d'Or en Cannes por Taxi Driver (1976) y Después de hora (1985), entre otros varios premios. Y no por casualidad la revista francesa Cahiers du Cinéma --la más influyente, aunque tal vez no la mejor-- le pidió que hiciera de redactor jefe en su número 500, de 1996. Sólo le faltaba el reconocimiento, tan cuestionable desde el punto de vista artístico, de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos.

Lo de "no es una gran obra sino una gran excusa" es opinable. Yo creo que sí es una gran obra, la mejor de Scorsese desde Buenos muchachos (1990), y no una excusa para conseguir un premio. Pero, insisto, podríamos discutir horas sobre el asunto sin llegar a un acuerdo.

En el prólogo de El cine por asalto, Feinmann dice, sobre su trayectoria como guionista: "Escribí más de treinta guiones para la cinematografía de mi país. No se filmaron todos. Aunque por suerte cobré la mayoría de ellos (...) Gané muchos premios, algo que permite al guionista subir sus honorarios. Nunca viene mal" [4].

En Pasiones de celuloide describe su experiencia en Hollywood, durante el rodaje de Love walked in (1997), película basada en su novela Ni el tiro del final que dirigió Juan José Campanella. En un tramo relata la fiesta de fin de filmación, en Manhattan: "(...) alguien a quien no conozco, se me acerca y dice: 'Me dijeron que sos el autor de la novela original, pero yo ya lo sabía'. Le pregunto por qué. Y dice: 'Porque sos el más feliz de la fiesta'. Era cierto" [5].

¿Desde qué lugar se ubica Feinmann --a quién, como vimos, no le vienen mal los premios y lo seduce Hollywood-- para pretender que Scorsese rechace el primer Oscar de su carrera?


[1] Feinmann, José Pablo: Scorsese, el que ríe último ríe peor, diario Página/12, domingo 4 de marzo de 2007. Página 36. Se puede leer la nota completa en internet: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-81161-2007-03-04.html
[2] Blanche Du Bois es uno de los personajes de Un tranvía llamado deseo, obra teatral de Tennessee Williams. Sobre el final, se deja conducir mansamente al manicomio, confiada en la bondad de dos desconocidos.

[3] Feinmann, José Pablo: artículo citado.
[4] Feinmann, José Pablo: El cine por asalto. Ensayos y variaciones, Grupo Editorial Planeta, 2006. Páginas 9 y 10.
[5] Feinmann, José Pablo: Pasiones de celuloide. Ensayos y variedades sobre cine, Grupo Editorial Norma, 2004 (segunda edición). Páginas 170-172.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

que decir del Sr. Feinmann, decir por ejemplo que es politicamente correcto soñar con que otro le hace un desplante al poder y esto segun su propia opinion lo ubica en un lugar de dignidad enaltecedora. Todavia esperamos que Feinmann, haga lo que predica con el poder que el adulo con tanto entusiasmo y que ahora lo mantiene en un silencio mas parecido a la verguenza y porque no al miedo.Para opinar sobre la dignidad de los otros siempre nos sobra letra, cuando se trata de la nuestra, algunos mas, otros menos no escriben por falta de lapicera, por no decir otra cosa.

Anónimo dijo...

Están uds sugiriendo que José Pablo se está pareciendo a su homónimo Eduardo, el de la radio de los diez puntos? No exageren che!

Anónimo dijo...

Una pregunta Lord, este blog se dedica unicamente al cine?
Otra: quisiera leer un comentario tuyo sobre la ofensiva de Alan García para terminar con la impuntualidad en Perú (por eso de la pérdida de tiempo). Salu2

Andrés dijo...

Jamás sugeriría que el Feinmann bueno se esté pareciendo a su homónimo malo. Sólo digo lo que está escrito en el post. Lo demás corre por cuenta del comentarista anónimo.

Con respecto al blog, por ahora me ganó la pasión por el cine. Lo que no quiere decir que próximamente no se toquen otros temas.

Por último, tal vez haga algo con lo de Alan. No tenía ni idea de que los peruanos son tan impuntuales. Pero debo admitir --aunque ya lo sabrán-- que la frase sobre la pérdida de tiempo no es mía, sino que pertenece al verdadero Lord Henry, maravilloso personaje de "El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wilde.

Un saludo